Otra vez comida en el parque y Fernando haciendo piruetas. No quise llevar a Séneca porque me pareció un vicio ya, pero llevé un libro de origami.
Intenté algunas figuras, una jirafa, una mariposa, un pez y una flor. No me resultaron, no se parecían nada, salvo un papel doblado. Quizás este japonés no hace figuras tan buenas, después de todo era un libro barato que alguien fotocopió y nunca devolví. Mientras tanto pensaba que debería escribir la novelita para el concurso de literatura juvenil de SM.
El problema es que no creo en la literatura juvenil, es decir no creo que a esas alturas se pueda hacer algo mejor de lo considerado literatura universal, hecho y por hacerse. No sé, a cierta edad, ya están disponible Sábato, Cortázar, Benedetti, Hesse, Kafka, Swift, Dafoe, incluso Séneca... ¡vaya, un sin fin de autores!
¿Entonces?
Bueno, tal vez no debo escribir pensando que lo hago para chicos, escribir sin destino, como si lo hiciera para todos o para nadie. Ó, quizás, escribir en la categoría intermedia, ésa definida por el rango siete a nueve años, que me permite un largo posible para mi impaciencia: un máximo de sesenta páginas. Tal vez en esta ocasión haga un borrador. O no. La historia la estoy definiendo.
¿Y?
Y lo que necesito es un editor exigente, como Fulvio, que me podía destrozar los textos para reconstruirlos. Lo malo es que, por alguna razón, Fulvio ya no se aparece ni por el mensajero y, aún siendo así, no se puede confiar en él: se cae demasiado seguido al litro y no cumple con plazos. Suficiente para él debe ser estar absorbido por la organización del festival de jazz en Lebu.
Sigo doblando papeles en el parque. Están muy feos, como mi último libro. Esta vez no voy a culpar al diseño, que sigue siendo muy mejorable, pero la intervención que hice de las primeras ilustraciones del cuento, resultaron perjudiciales. No tengo el libro en la mano, así que me cuesta definir qué es lo que falló tan horrorosamente, pero la primera impresión, como el primer párrafo, es lo que cuenta. No estoy tan desilusionada por este fracaso como acongojada por no responder a las espectativas de mi editora en la editorial. Confía ciegamente en mí, pero se ve que no debería hacerlo, ni tampoco deberíamos, todos, confiar sin tener las pruebas de imprenta a la vista. Y sí, porque las primeras pruebas se veían bastante bien, pero entonces cambié todo para "mejorarlo" antes de la impresión final. Se ve que la cagué y me da un poco de vergüenza.
Es eso lo que no quiero que pase con la novelita para SM, si bien puede que no guste, no quiero tener reproches por la calidad.
¿Y qué hago con estos papelitos ahora?
A la basura, obvio.
08 noviembre 2005
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1 comentario:
Bah, ¿qué hacía Fulvio? ¿echarle un vistazo al borrador? Yo puedo hacer eso si te sirve de algo, y también puedo conseguir otras miradas para que tengas una visión más objetiva del trabajo.
Te ayudo en lo que sea, tú sabes que tienes una comuna en Malasya.
Mi primer consejo es sacar a Cortázar y Benedetti de esa lista de autores que enumeraste. A la basura junto con los origamis del parque.
Nos vemos el sabado, un abrazo.
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