09 noviembre 2005

Dormir hasta olvidar

Ayer, mientras trataba de hacer algo con el origami, me empezó a dar un sueño incontrolable, apenas llegué a la casa, con los párpados pesados, y me acosté con Séneca, sin llegar a leerlo.

Tres horas después me desperté. No sabía quién era. Estaba allí yacente sin saber siquiera qué era. Cuando me reconocí como humano y como "yo" en lo más sustancial (no sabía ni qué edad tenía ni a qué me dedicaba o lo que deseaba), traté de ubicarme en el espacio, ¿dónde estaba? ¿En Santiago, en Buenos Aires o alguna otra parte, en la casa de mi abuela? ¿era niña o adolescente o adulta o vieja? ¿acaso había soñado que conocía Buenos Aires? Por más que miraba a mi alrededor no reconocía los colores, los objetos, la luz, el espacio, mirando el cielo raso irreconocible con sus arabescos que todavía no me decían nada. Algún momento después supe que estaba en mi dormitorio de la casa del barrio Brasil. ¿Qué hacía allí? ¿Qué hora era? Entonces recordé que tenía dos hijos... ¿dónde estaban? ¿DÓNDE ESTABAN? ¿acaso era hora del levantarse para llevar a Fernando al colegio? ¿o ya había vuelto y me había dormido olvidando que tenía que ir a buscarlo? ¿y Paz? ¿por qué tanto silencio? ¿era de noche, de día, de mañana o de tarde? Me concentré tratando de hacer memoria, pero aún no me movía de la posición en que desperté... ¿les habrá pasado algo? ¿los olvidé?

De pronto recordé que Fernando tenía permiso para jugar en el computador mientras yo dormía, que Paz se había ido esta mañana con su padre, que era una tarde después de hacer origami en el parque.

Bajé.

- ¡Fernando! Llevas tres horas en el computador ¿Cómo es posible?

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