29 abril 2006

Interrogatorio Nº 8

- A ver, volvamos al tema de la fosa...

- ¿Qué fosa?

- La que se cavó en el piso de la cocina de su casa.

- Ah, otra vez...

- Señora, por favor.

- Disculpe, su señoría.

- ¿Con qué objeto cavó esa fosa?

- Ese "hoyo" lo hice para enterrar algunos objetos que quería "olvidar".

- ¿Como un cuerpo, por ejemplo?

- No, señor, como fotografías, pinturas, esculturas, ropa, las dedicatorias de algunos libros, cartas...

- Pero terminó enterrando un cuerpo.

- ...

25 abril 2006

Sesión Nº 30

- ¿Quisiera hablar de algo en particular?

- No. ¿Y usted?

- No. Es usted la que debe hablar.

- Por una vez, podría hacerlo usted... ¿no tiene nada que decirme?

- No.




Estaba ebria de deseo. Es literal. No, no es una metáfora. Ebria, tambaleante, la boca temblorosa. Apenas se atrevió a dar el primer beso y se abrió de piernas cuanto pudo. La penetré. Era inmensa, ancha, una bolsa. Sentí miedo, mucho miedo ¿acaso yo era así por dentro? La besé otra vez porque la quiero mucho. La acaricié. Mucho. La contemplé. Aunque no me gustaba, no me causaba repulsión como los hombres, con sus penes erectos oliendo a orines del día, empujando el rostro para saciarse en la boca. La abracé fuerte, pero sólo quería ser penetrada y yo no podía satisfacerla con mis dedos ni menos con mi lengua. Hacía lo que podía, buscaba algún objeto sustituto entre los muebles. De pronto sonó el teléfono. La sesión había terminado hace rato. Afuera esperaban.

- Esto no debió haber sucedido- me dijo.

- ¿No?

- Lo siento, le pido disculpas, he abusado de usted.

- No.



- ¿Todavía sigue sin deseo sexual?

- Sí. Me lo paso haciendo origamis, tejiendo y bordando.

- ¿No siente excitanción frente a nadie?

- Bueno... realmente no.

- ¿No será que está vacía?

- ¿Cómo?

- ¿Que no ama a nadie?

- ¿No dijo que iba a callar esta vez?




Le dije a Wladimir que tenía miedo de ser tan ancha que un pene se perdiera en mis entrañas. me dijo que no podía ser. Le dije que lo había experimentado, que había penetrado una vagina hueca. Quizás eso también me había sucedido a mí después de los partos.

- ¿No podríamos hacer una prueba de tipo científico?

- ¿Cómo?

- ¿Podrías meterme los dedos para verifcar cuán ancha soy?

- ¿Sin excitación?

- Sí, como un médico. Te lo pido a ti por tu objetividad, comprenderás que si se lo pido a uno de mis amantes, no me dirían la verdad.

- Bueno. Probemos.

- ¿Me juras decirme la verdad aunque parezca un océano sin agua?

Fuimos al baño. Me subí la falda, me bajé los calzones, apoyada contra el muro, me metió uno o dos dedos. Me dijo que estaba apretada. Por supuesto, no le creí: es mi amigo.


- ¿No ama a nadie? ¿Está vacía? ¿Perdió las ilusiones? ¿Se ha dejado llevar por los intereses? ¿Se justifica en una vida más tranquila?

- ¿Es necesario dar explicaciones?

- No. Salta a la vista. Su corazón ya no bombea sangre. Es como un océano sin agua. Usted lo dijo.