
Bernardita toma a su personaje Jairo para contarnos la historia de un chico que no quiere comer desde la perspectiva del niño. Les cuento, a los que no tienen hijos, que la perspectiva de los padres no es mejor. Algunos logran dejar al pequeño sin comer, si son fuertes incluso llegan hasta la hora de la cena sin dar su brazo a torcer, pero la mayoría cede antes, desesperados ante el hecho de que el muchachito o muchachita se está desnutriendo. Peor aún, tan ansiosos están, que les da lo mismo lo que se echen a la boca: ¡el punto es que coma! Así es. El padre de Jairo lo deja sin comer y no le manda su colación a la escuela (o colegio, no me acuerdo), de modo que el niño en vez de ver cosas, ve alimentos, y llega muerto de hambre donde su padre que ¡oh! lo espera con un delicioso almuerzo que, en realidad (debo decírselo a Bernardita) ningún padre estará dispuesto a repetir por más de tres días. Esto me recuerda un maravilloso libro que saldrá pronto en Argentina, Hugo tiene hambre, ilustrado por Mónica Weiss y escrito por Silvia Schujer, sólo que en este caso Hugo es un chico de la calle que no tiene qué comer y para quién, como Jairo, todo se transforma en la imagen de un alimento.
(Si quieren saber más sobre el libro de Bernardita, hay un adelanto en la Revista Ají, y si quieren saber aún más, pueden escribirle al correo que allí aparece).
Construcción fotográfica: Yuri Dojc
1 comentario:
Fa, te conozco, es decir, en persona, éramos compañeras en la universidad y de hecho nos encontramos hace poco. Que raro se siente conocer a alguien así, digo aquí, y luego ponerle cara y voz. Me impresionó tanto que soñé contigo, estábamos en la calle donde yo vivía cuando chica y había como una marcha o fiesta callejera, estaba muy oscuro.
Mira, si busco bien, de repente encuentro la colección de Asterix de mi hermano y te la presto.
Ahora voy saliendo apurada de santiago, saludos de fin de año.
ML (que es MJ)
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