Sentados uno frente al otro, separados por una mesa con un vaso de cerveza y una copa de vino, a las dos de la madrugada.
- Ya pues, véngase a sentar a mi lado...
- No.
- ¿Qué le pasa? ¿Por qué anda tan esquiva?
- Ya sabes, siempre quise otra cosa y hacer el amor sólo confunde más la situación.
- No te reconozco... siempre supiste separar las cosas.
- Con los otros, pero no contigo.
Silencio. Enciende un pucho y piensa por un momento.
- En todo caso debes reconocer que tú no pusiste de tu parte para que esto funcionara.
- ¿Yo?
- Fuiste una bruja, como todas las mujeres, no sé cómo me dejé brujear así por ti. En eso eres única. Juro que nunca más voy a dejar que una mujer intente ordenar mi vida. Inventaba que iba a arrendar una película sólo para fumarme un pito. Nunca más.
- No creo que eso haya sido la causa. En todo caso todo murió definitivamente el día en que te engañé con Eric. Ahora entiendo que eso no se perdona ni menos se olvida.
- ¿Eso? Ya lo olvidé. Además yo también te puse muchas veces el gorro.
Silencio profundo y atragantado.
- ¿Me pusiste el gorro muchas veces? Jamás lo noté... eh... ¿cuándo?
- No sé, muchas veces, algunas en fiestas, otra cuando te fuiste en enero esa vez... pero cosas pasajeras, nada de correos o más de un encuentro. Algunas prostitutas.
- Ah.
Silencio mareado, pecho extinguido, ceguera, el piso se desvanece.
- Venga... ve que me tomé este viagra para usted.
- No, ándate con tus putas.
- Ya no sea tonta, si me gusta usted.
- No, si un día, cuando andabas con la judía me dijiste que estaba deteriorada y gorda...
- ¿Yo? Lo habré dicho para molestarte... si me encantas... ¿o ya no te gustan los hombres?
- Desgraciadamente sí, si no otra sería mi vida ¿no te parece?
- ¿O te enamoraste de la Reina? ¿Ahora te gustan las mujeres? Cuéntame...
- Eso es algo que no te incumbe.
- Bueno, pero venga a mi lado.
Más tarde, en el segundo piso, a las cuatro de la madrugada.
- Ya, ándate.
- ¿A esta hora?
- Sí. No quiero que los niños te vean en casa, menos la Paz.
- Déjame quedarme y te ayudo con los niños mañana.
- No, no quiero que nos vea juntos y alimente una ilusión que es imposible.
- ¿Qué ilusión?
- La que tienen todos los niños de padres separados, verlos juntos, despertar y correr a meterse en la cama entre los dos...
- ¿A esta hora? Estoy muy borracho...
- No es cierto, has manejado en peores condiciones. Ándate por favor.
Toma sus cosas, sale y se va por la calle solitaria.
05 enero 2006
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