14 septiembre 2005

Días de oficina

Hoy tocaba la columna sobre la memoria de la educación sexual, pero estoy en una oficina haciendo de secretaria. Anoche, cuando cenaba con unos amigos, me llamaron de la editorial para pedirme este favor en tiempo de crisis, cuando un número considerable de trabajadores está con permiso.

Y extraño el bullicio de mis hijos (¿te acuerdas, Daniel, que odiabas esa palabra... "bulla"?)

Y me cuesta tanto llamar para confirmar la asistencia a un evento (nunca he sido buena para hablar...).

Y tengo hambre.

Y ya no tengo libido.

- ¿Qué pasó?

- Nada.

- ¿Qué cambió?

- Nada.

- ¿Ya no lo repetiremos?


Es que tengo demasiado odio para hacer el amor.

O quizás, en el fondo, por un imperativo biológico asociado al sexo femenino, sólo quería hacer el amor con "él". Quizás hacerlo con otros, anónimos, era una forma de vengarme. Ahora ni eso tiene sentido. Nada.

Alguien pide tono de fax... la máquina me complica mi primer día de oficina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jaja, me lo acabas de recordar. Es que escuchar "la bulla" o ver a alguien empujando los tallarines con un pan en la mano izquierda y la nariz casi ensartada en el plato....me causan una "extraña sensación". Es una de mis manías.