17 enero 2006

Dispensabilidad

La tristeza es innecesaria, es tan común a todos los seres humanos que no vale la pena seguir escribiendo o hablando de ella, sobre todo cuando es la propia, que también es la ajena y es la de todos.

Es cierto lo que dice, quizás, no hago más que revolcarme en mi propia mugre, que también es la de los otros, y por eso me vuelvo tan desagradable, porque soy el claro espejo de los degradante que habita en cada uno de nosotros. Tiene razón, no soy ni estoy mejor ni peor, pero eso siempre lo hemos sabido, no es novedad, así como él puede encontrar una más bella o una más horrible, más dulce o más amarga, aunque a veces no podemos encontrar nada más, tampoco.

En silencio, los vi partir.

He visto partir a tantos que no he vuelto a ver, que a veces me da la impresión que la resignación es demasiada.

Así que en silencio los vi partir, a los dos, a él, pero no dije nada porque todo era tan inútil, tanto un lamento como un "te amo" tendrían el mismo efecto nulo.

Y, aún así, no me resigno a guardar silencio en este espacio, aunque moleste, que no tiene por qué hacerlo, por lo demás, es tan dispensable como cada uno quiera.

3 comentarios:

Malayo dijo...

Existe también un placer en la tristeza como en el resto de las emociones. Uno puede pasarlo bien estando triste, disfrutar de su tristeza. Por eso las películas tristes son éxitos de taquilla.

Existe un placer para cada cosa. Cuando uno se aburre de una emoción, salta a la otra.

Fernanda dijo...

Sí.
¿Quién dijo que del dolor nace el placer?

kutumancia dijo...

no hay porque guardar silecio, lo soltas y luego seguis caminado....