20 diciembre 2005

Pesadilla

Sueño con que voy en un camión por la costenera del río Mapocho que, sin embargo, no es un triste canal, si no un mar con aguas claras e intranquilas. La bocina suena tres veces...

Es el timbre. Afuera está él esperando que baje a la Paz. Estamos todos durmiendo aún y lo hago pasar. Mientras se instala en la pieza de la niña, me dice:

- Me podrías convidar un café- (omito los signos de interrogación a próposito).

Voy a poner la tetera y vuelvo al cuarto de mi hija que ya despertó.

- La Paz está acostadita- le dice a su padre.
- No te llamas Paz, te llamas linda, Agustina linda- le está diciendo él. Me ve en la puerta.

- ¿Ya se fue Eduardo?- me pregunta.
- ¿Qué Eduardo?- no sé qué pensar, no conozco ningún Eduardo... ¿tal vez quiera referirse a Pablo, a quién nunca nombró así? No lo sé, pero de él se puede esperar cualquier cosa y estoy atenta.
- Eduardo... el padre de José, tu hijo - (mi hijo Fernando, ya saben).

Creo que todos hemos tenido la sensación de una patada en el vientre que nos revuelve hasta el cerebro. Mi primer impulso sería pegarle un puñetazo, pero ya sabemos que así no se arreglan las cosas entre los seres civilizados, así que, puesto que no sé cómo reaccionar, me quedó estática y en un silencio que él aprovecha para explicar el dardo:

- ¿No te gusta andar cambiando los nombres?... Y... ¿el café?

Sigo en silencio, me dirijo a la cocina, desconecto la tetera y regreso al cuarto.

- ¿Puedes esperar abajo, por favor, mientras visto a la Paz?- le digo.
- ¡Ay! ¿Se ofendió?... ¡No seas grave! ¡Eres una exagerada!
- Puedes bajar, por favor... lo mínimo que espero es que no me vengas a molestar a mi casa.
- ¡Ja! ¡Qué agresiva! Tú empiezas con las estupideces y después te enojas.
- Es fácil acusar a los demás cuando uno los provoca... ¿puedes esperar abajo, por favor?... Y de paso, ya que no puedes tomar decisiones por ti mismo ¿por qué no le preguntas a tu sicóloga por qué la niña prefiere el nombre Paz?

Un poco después bajé con la Paz para acomodarla en la bicicleta... mientras lo miraba, pensé en King Kong, cómo pude comparar a ese pobre animal-engredro-fílmico con este miserable, pero peor aún, después de mirarlo otro poco, retumbaron en mis oídos la frase que otras personas han dicho de él, "ojalá se muera de una sobredosis". Cerré los ojos para concentrarme en otro pensamiento más positivo; sin embargo, todo lo que sentí fue el infinito peso de tener que compartir mi hija con este hombre.

3 comentarios:

De Josefa dijo...

no entendí la agresión de EL.

Fernanda dijo...

Claro, es que sin los antedentes que se acumulan en este blog no se puede entender, pero es así:

Mi hijo se llama Fernando (y con Él vivimos juntos dos años con mi hijo mayor)

El padre de mi hijo, al que aquí llamo Gitano, tiene un nombre bien conocido por ÉL

En algún momento, por razones "sicológicas" que desde mi punto de vista interferían negativamente en mi relación con mi hija (nuestra) comencé a llamarla con el nombre que ÉL ignoró al momento de inscribirla, o sea Paz, agregándoselo al que Él había elegido, rememorando un antiguo amor, ese es Agustina.

Creo que debería hacerlo más explícito para quienes no han seguido la historia desde el principio.

De Josefa dijo...

creo que a ese ÉL urge transformarlo en el, en lo.
raro que te reboten los mails, pero puedes escribirme a josefaruiz@gmail.com.
besos