07 diciembre 2005

Miserable

Me recibió afectuoso, como la mayoría de las veces, no había ni un rastro de molestia o enojo u ofensa y él no es una persona dada a la hipocresía, aunque lo intentara. Entonces, me pregunté, ¿por qué me dijo que su padre estaba muy enojado por el asunto del nombre de la Paz? (Incluso me pregunté: entonces ¿para qué me invitó al Lago en febrero?)

- ¿Tú todavía le crees?, me dijeron.
- Desgraciadamente, parece que sí, que insisto en querer creerle.
- ¿Todavía no te das cuenta que es un mentiroso y un manipulador compulsivo, además de drogadicto... un enfermo mental?

Planteado así es duro y, además, estúpido de mi parte ("La imbecilidad... se necesita la...")

Luego, lo invité a pasar: estaba muy cansado, había sido un día agotador con la Paz, había tenido que jugar con ella y, más encima, habían dormido, los dos, una muy mala siesta (respuesta para la inquietud del Lago: si se cansa una tarde con la niña, ¿no será que necesita una empleada que se la cuide durante los veinte días que piensa irse allá, mientras él fuma caños, se emborracha, juega fútbol, pesca y realiza otras actividades incompatibles con una chica de dos años?). Entonces me reí: supongo que tienes una familia esperando en tu casa y no puedes tomarte una cerveza conmigo. No, la verdad, es que era el Pancho quien lo esperaba, desde la semana pasada que no se veían...

Furia. Eso es lo que sentí. No sé si por él o por insitir yo en creer que soy "algo" para él (ya ni siquiera la madre de su hija, sino una mina a la que hay que estar manipulando para que no le quite la posibilidad de ver a su niña). Furia. Sé de hombres que no dudarían en aceptar tomar una cerveza conmigo y, eventualmente, hacer el amor. Y, sin embargo, éste no.

Entonces pensé en ella, una amiga... esta mina tiene razón, lo que tengo es una obsesión, no puede ser que no deje de pensar en un ser tan despreciable. Tal vez no vaya al siquiatra, pero desde hoy, comienzo a trabajar en esta patología absurda.

En el proceso, no sería contraproducente que apareciera un hombre, con un cuerpo que me haga olvidar ese otro con los sesos en descomposición.

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