16 noviembre 2005

Mi derecho a acostarme con Julio (otro derecho que no elegí)

- Además, a mí no me importa que te hayas acostado con el Julio
- ¿Perdón? ¿con el Julio?
- Sí, estás en tu derecho de acostarte con el Julio y con quien y cuántos quieras.
- Sí, claro, salvo el detalle que no me he acostado con el Julio ni sé cómo puedes estar seguro.
- ¡Te conozco, Fª! La verdad es que ya no me importa, con él y con el que quieras, total estás todo el día sola en la casa, con los niños, es natural que te acuestes con otros hombres.
- Claro, si yo lo que hago durante el día es andar culeando con una serie de tipos...
- Es tu derecho.
- Mira, no sé si es mi derecho, pero lo que sí sé es que tú no eres quien para definir mis derechos sobre la base de tus enfermedades... ¿por qué no vamos al grano? ¿qué es lo que tú quieres?

*****

- Estoy confundido. Necesito tiempo. En este momento no estoy para tener una pareja única, quiero disfrutar mi sexualidad de diferentes formas, no quiero nadie que me presione, quiero alguien dulce que me comprenda cuando estoy angustiado después de jalar, estoy en crisis... no necesito presiones y tú me presionas.
- Lo que tú no quieres es comprometerte, lo que tú quieres es seguir llevando una vida desordenada. Como sea, es lo que necesitaba saber, no estoy en el mismo plano, no quiero ser la amante de nadie ni menos la tuya. Tu cuerpo puede ser deseable para mi, pero no necesario, sino dañino de esta manera.
- La monogamia no es natural.
- Puede ser que no, pero el sexo libre tampoco.
- Antes te quejabas de que era machista porque te celaba y ahora que cambié...
- Ahora pareces más machista y, además, me sigues celando con situaciones inventadas... y ni siquiera tienes relaciones sexuales conmigo porque estás "angustiado"... ni yo las quiero tener más bajo estas condiciones.

Silencio.
Determinados por no sé qué, por la pasión, quizás, no me pude enojar con él, pero me apenó no poder tener esperanzas. Tomar lo que hay, pensé, pero tomarlo bien. Y ahora lo tuve que dejar ir.

Tomó su bicicleta diciéndome algo del cumpleaños de la Paz. Cerré la puerta y respiré hondo. Me fui al taller a ver cómo seguía María, María Alas, la muñeca.

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