12 octubre 2005

Mi derecho mal elegido

No sé en qué momento de debilidad me inscribí. Lo que quiero decir es que no sé cuándo me viene esos momentos de debilidad que me hacen tomar malas decisiones. Lo otro lo sé. Estaba mirando la tele cuando aparece la Gladys Marín invitando a todos los jóvenes a ejercer el derecho que el viejo asesino nos había quitado. Me pareció el mejor argumento que había escuchado. Además era joven y necesitaba creer que un país mejor era posible. Así que al otro día estaba en el Parque Forestal estampando mi firma.

No sé para qué. Ahora pienso que debí ser consecuente con la no participación, aunque después te salgan con el argumento de que si no votas no opines, lo que es aún más estúpido. No votar es una manera de protestar. Ahora si quiero protestar tengo que de todas formas ir y anular el voto, pero no estoy segura de que eso lo tomen como una forma de descontento.

La verdad es que ya estoy aburrida de ver la payasadas del bufón número uno de este país, bufón que además dejó en la ruina y otra vez decaída a la comuna de Santiago. Muchas veces me encontré con partidarios de su inoperancia y llegué a los gritos porque, realmente, me desesperaba la idea de que pudiera hacer de Chile lo que hizo con mi comuna. Peor aún es ver que los otros candidatos y personeros del gobierno se dan el trabajo de contestarle. Ahí es cuando no sabes quién es peor, si el que dice las imbecilidades o si los que lo toman en serio.

El otro, patético, en la casa de un niña enferma de fibrosis quística le lleva de regalo una muñeca que puedes encontrar en el bazar de la esquina. No se puede creer que un tipo empresario, con tanto dinero, explotador legal de sus empleados, que apenas si arregla sus aviones, plagia a nuestros amigos, gasta millones en campañas publicitarias para sus productos, tenga la osadía de llevar semejante regalo a una niña utilizada con fines políticos. Por lo menos que gaste más y le lleve una muñeca bacán, mínimo importada de Nueva York o de Milán, descontado que también podría ser una enciclopedia para que estudie (pero eso no, claro, ya podemos ver por dónde irán sus políticas culturales). Por eso detesto a los pequeños burgueses, por más que se paseen en las poblaciones, no les entra nada, tienen una capa de cera recubierta de plomo frente a la pobreza de los demás y conflictos de los demás.

Bachellet. Salva. Claro que no cuando van haciendo un puerta a puerta, con una señora cara-de-socialista (viste... con el vestidito artesa, el pelo largo y canoso) que te explica que tienes que votar por Zaldívar para que el gobierno de Bachellet logre sus objetivos. ¿Perdón? ¿Zaldívar? ¿Lograr objetivos? Eso si asisten a la cámara y no se están gastando los 11 millones mensuales, eso si al menos estuviera de acuerdo con los demócrata cristianos.

Ya sé. Ya sé que podría ser peor. Pero ¿no podría ser mejor?
No, claro. Es lo que hay.
Y la verdad es que no me interesa lo que hay. Y peor, capaz que me toque de vocal y ni una colación nos van a dar ¿sabían que otros países les pagan un "incentivo" a los vocales? Ah, bueno, sí, eso es en otros países. Aquí, repito, hay que conformarse con lo que hay.

1 comentario:

Malayo dijo...

En Grecia pagaban 2 óbolos si mal no recuerdo, por desempeñar tareas cívicas (entre estas estaba la de ser jueces, si no recuerdo mal)