Tengo que seleccionar lecturas para un texto escolar de lenguaje y comunicación de sexto básico. He definido, con el propósito de ordenarme en la búsqueda, cuatro grandes temas, un poco orientada por el programa del Ministerio de Educación. Entonces pienso por qué nunca, de niña, leí las lecturas que se incluían en estos manuales, en qué fallaban que a uno le daba fastidio el sólo verlos ¿eran los textos seleccionados o el mero hecho de que estuviesen en un libro escolar y, por eso, fueran "obligatorios"? ¿o acaso los profesores del ramo? ¿en quién debo pensar: en los evaluadores del Ministerio, en los profesores, en los niños? Un amigo, profesor, me decía que si un docente se sentía "desafiado" por el texto, por ejemplo que suscitara preguntas difíciles de responder, sería inmediatamente desechado.
El año pasado no ganamos la licitación. No puedo asegurarlo, pero después de leer el programa ministerial, creo saber la razón: el manual sólo contenía textos literarios y, desde hace un tiempo, el enfoque de la educación es muy diferente, no interesa que los niños aprendan sobre literatura o que lean literatura, no, el objetivo es más tecnocrático, interesa que los ciudadados de este país, después de fracasar rotundamente en pruebas de medición, como PISA, "comprendan" lo que leen, es decir, que sepan seguir las intrucciones de un manual sin equivocarse, por ejemplo; por lo tanto, un texto de lenguaje y comunicación no es, como nosotros lo concebimos, un libro de "castellano", sino de todos los lenguajes. Así, el manual escolar, debe necesariamente incluir, además de diversos géneros literarios, textos periodísticos, instructivos, notas científicas, señalética, textos técnicos, publicidad, etc.
No podría, en este momento, entregar ningún juicio acerca de los objetivos de la educación porque, primero que nada, no soy una experta, pero adhiero firmemente, casi por intuición, a lo que un académico decía el otro día: ya no esperen más que en Chile vuelvan a salir grandes poetas de pequeños poblados, ya no habrá ni Nerudas ni Parras ni Mistrales (pero, no se preocupen, quizás seamos tan buenos "comprensores de lectura" que prodremos seguir luciendo -y leyendo- cifras macroeconómicas admirables).
Y en eso estoy... ¡ja!
17 febrero 2006
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