No alcancé a terminar a María Alas para la función del sábado. Por lo demás, nos fallaron muchos elementos al final, como si algo nos señalara que no teníamos que presentarla. "Esperemos mejor", me dijo María, y acepté porque los párpados apenas se sostenían abiertos. Presentamos a Dominga en el teatro de sombras, tal como la vez anterior. No sé cómo resultó porque, claro, estaba detrás del telón y después me fui apuradísima a buscar la casa de muñecas de Paz.
Nos tomamos un té en el Café Literario. Allí me enteré que no se ha sabido nada de los resultados de las últimas licitaciones en que participé con dos libros para la editorial. Ni tampoco se han publicado los resultados del concurso del Fondo del Libro, aunque sea sólo para cerciorarme de que no gané. La pregunta más frecuente fue
"¿Y qué hacemos ahora, chicas?"
Y la única respuesta fue
"No sé"
En cualquier caso, lo que hagamos ya tiene que esperar hasta marzo, postular a fondos, a concursos o nuevos trabajos. Y, tal vez, pensar en la novelita para el Barco de Vapor. María tiene una buena idea, como siempre. Por mi parte intentaré desarrollar alguna aquí mismo, así, Malayo, sobre el camino me vas editando ¿ya?
Ahora, voy por mis aspirinas, esas compañeras inseparables de los últimos días.
28 noviembre 2005
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