"Tengo miedo. Afuera no deja de llover hojas quemadas y no me atrevo a salir de mi covacha al sol porque me puedo encender también hasta desaparecer hecha un polvo negro que se pega a la suela de los zapatos transeúntes.
¿Qué sería si fuera polvo carbonizado? No algo muy diferente de lo que soy hoy acurrucada en mi temor. Así estoy, acá adentro, mientras afuera llueve, las rodillas pegadas a la frente y la nariz rozando los vellos de mi pubis, oliendo el deseo, que es tan dulce. Ése es el aroma de la vida, el único indicador de una precaria existencia entre los seres humanos, pedazo reproductor, función biológica, canasto de cerezas de carne roja, soterrada por dientes gastados y amarillentos, pasados a cigarrillo y alcohol.
¿Qué sería si no fuera polvo quemado? Una más, piernas que se mueven a un ritmo acordado entre la multitud ciega, brazos que se alargan pasando un billete creyendo que la libertad está dada por la capacidad de elegir lo que puedo comprar, boca programada para emitir mensajes diseñados desde los medios, sería gente, sería multitud, sería masa, sería hojas quemadas que caen sobre el pavimento asfaltado."
13 diciembre 2008
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