30 mayo 2006

Narrador: "El sexo, cuando no da vida, mata"

La señora P., tres hijos, divorciada, va camino de la sesión nº 39. Hace semanas que se le ha hecho insoportable enfrentar a su analista, pero persiste en el intento de que la terapia de un buen resultado. De pronto, al doblar una esquina, se encuentra a boca de jarro con un antiguo compañero sexual. Lo encuentra igual que hace tres años, pues la señora P. ya ha entrado en esa etapa de la vida en que los años pasan tan rápidamente que parecen no pasar.

- Te ves bien- le comenta mientras su interlocutor le presenta a su acompañante, un tipo un poco más bajo que su ex compañero, pero fibroso y con un buen par (no vaya a ser un trío) de musculosas piernas. Demás está decir que el ex amante la mira con lascivia.

- ¿Por qué no vamos a tu casa?

- Ya no ando en esos trotes,- le advierte ella, pero la visión de su analista la hace cambiar de opinión- aunque una cervecita no me haría mal.

Ya en casa se sientan los tres a conversar en la sala. La señora P. le muestra los arreglos que está haciendo en la cocina. El ex amante no hace más que alabarla a ella y su amigo, Paul, con la intención de que se deseen mutuamente. Ella no da signos de entender, por lo que le dice en un rincón de la casa:

- ¿No te gusta Paul? ¿No te gustaría tener sexo con los dos?

Ella sólo ríe.

Más tarde el alcohol y Paul han hecho lo suyo. La señora P., desnuda en el piso de la biblioteca, es penetrada por Paul, quien ofrece a su amigo la apertura de ella.

-No, cuando estoy ebrio no puedo, culéala tú no más.

La señora P. se enfurece.

- ¿Qué te pasa?- le grita- ¿Acaso te doy asco que no me quieres culear?

- Cálmate- interrumpe Paul.

Los senos de la señora P. comienzan a hincharse y enrojecerse. Se produce un incomprensible intercambio de gritos. Paul está al medio.

- ¡Te voy a matar! ¡Te juro que te voy a matar!

- Loca, loca, loca de remate...

- Por favor, calma, por favor...

- Vamos, Paul.

- Eso es, me traes a un hombre para quitármelo.

- Vamos, Paul. Dejemos a esta puta...

- Perdón, señora P.

- Antes que te lo lleves, te mato.

La señora P. corre a la cocina y toma el cuchillo para sushi que le regalo de la Villa Códice.

- ¡Te mato!- gritó.

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