25 enero 2006

Al otro lado del dolor

No entendía nada de lo que se decía del otro lado del teléfono, las palabras, las letras se ahogaban en un llanto desconsolado. Entonces, me dio risa. Me hubiese reido a carcajadas, pero con esa risa nerviosa del que ve caerse al otro y no sabe cómo reaccionar. Trataba de decir algo que sonara a consuelo, pero estaba atragantada en mi propia risa histérica y, además, no había consuelo, no tenía qué decir que, en el fondo, no empeorara la situación. Por supuesto, de este lado de la línea, ni siquiera tenía la posibilidad de brindar un abrazo y recoger en mi pecho las lágrimas y los quejidos para hacer comprender que no se está solo en el dolor. En cambio, me reía y no podía hacer nada más. Esperé en silencio, la única posibilidad, pero cuando parecía que ya se calmaba y se entendían algunos fonemas, de nuevo venía el llanto a producir una serie de ruidos incomprensibles, hasta, finalmente, decidió cortar, para llorar en soledad.

1 comentario:

kutumancia dijo...

sin palabras...