Desde que nació ha vivido en Bochorno, mi prima.
Siempre tuve una muy mala impresión de ese pueblo, pero durante mucho tiempo me pareció que Deidad (como se hace llamar, lo que no deja de ser revelador) tenía el potencial justo que le permitiría salir de allí. Tenemos apenas cuatro años de diferencia que, de niñas, era mucho más, como sucede siempre, lo que no le impedía pegarme con una mangera plástica y solazarse en la angustia que me producía ver cómo degollaban a los patos sobre un recipiente que recibía un chorro de sangre tibia.
Era cruel, altiva, insolente, linda, floja y, desde muy chica, calentona y atrevida. Esto último era lo que más me gustaba. Su padre nos mandaba una semana de vacaciones a un hotel de un amigo en Frutillar y nosotras nos emborrachábamos corriendo desnudas por la playa. Yo la perseguía a ella para besarla en la boca y ella perseguía a unos muchachos que fingían huir. Nos íbamos mochileando desde Bochorno a Caburgua y a las dos horas Deidad estaba tirando con el peoneta del camión mientras yo trataba de mantener algún tipo de conversación con el chofer. En el campamento del lago cada noche se acostaba con un jovenzuelo diferente al que despreciaba inmediatamente después de terminado el acto. Me visitaba en la ciudad y salíamos a que los tipos nos invitaran tragos y nos pagaran por acostarse con nosotras; y, sin embargo, nunca logré darle un beso.
O si lo logré. Una noche en que en la cama de un chico acomodado, de esos profesionales jóvenes y exitosos, cuando nosotras bordeábamos los 22, la tendí desnuda entre tres hombres y yo. Nunca escuché un quejido más placentero y excitante que me llevara, desde entonces, a tener muchísimas fantasías con mis amigos "cuando venga mi prima, vamos a..."
Y ahora mi prima vino después de muchos años. Ya saben que yo bordeo los treinta y cuatro y ella los treinta. Le avisé a mis amigos con los que habíamos fantaseado tríos o cuartetos u orgías con ella, pero apenas la ví y escuché sus primeras frases, tuve que poner un aviso en el asunto de los correos: "Orgía suspendida".
Simplemente, mi prima de tanto vivir en su pueblo se abochornó: gorda (bien pintarrajeada, más encima), hueca, arribista y prejuiciosa. Apenas la besé en la mejilla y, cada una de las noches que estuvo acá, inventé una excusa para no salir con ella: que estoy muy resfriada, que la chiquita tiene fiebre, que tengo una entrega urgente, uy, hoy no tengo ni un peso ni para una cerveza...
Y es que mi prima sigue siendo la misma ninfómana, pero con su potencial extinto.
15 agosto 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario