12 marzo 2006

Sesión Nº51

Solía escuchar los pasos de goma avanzar por el pasillo de parqué. No puedo explicar la razón exacta, racional o irracional, pero me sentía profundamente culpable, me escondía en mi cuarto, pero como no podía permanecer allí todo el día, al final optaba por tomar unos pañales de género, dos o tres, cubrírmelos con un calzón de goma y vestirme con un camisón largo y grueso.

- Entonces, usted comprenderá mejor que muchas personas el dolor y el daño que eso puede provocar en la vida de una niña de ahí en adelante.

- Claro que sí- le contesté al siquiatra- Y me parece que muchas veces es irreversible, sobre todo cuando uno no tiene el valor de enfrentarlo, verbalizarlo y declararse una víctima del abuso.

- Pero usted ha tenido el valor...- agregó.

- Creo que sí y desde el primer momento en que se lo dije a otra persona comencé a sentir que la culpa se disipaba, aunque, sin embargo, hasta que nació mi primer hijo, creo que todavía mi vida era una ruina autodestruida sólo por ese hecho.

- Quizás, entonces, los hijos son una oportunidad para recomenzar la vida, la oportunidad de sanar heridas en pos de la crianza de seres humanos que lleguen a ser generosos y sanos.

- Sí...

- Luego ¿usted permitiría que alguien arruinase la vida de su hija sólo porque no escucha sus propias advertencias interiores e, incluso, la de otras personas?

- Eh... Es que no estoy segura.

- ¿No siente que ha sido suficientemente dañada?

- Sí, pero he llegado a un punto que ya no escucho ni las más estentóreas palabras en mi contra.

- ¿Esas palabras no la dañan ya?

- No.

- Y ¿qué es lo único que la podría dañar?

- ...

- ¿Acaso que dañen a sus hijos, particularmente a su hija?

- Sí- me ahogué con mi saliva.

- Si alguien la odia a usted ¿acaso no podría, conciente o inconcientemente, dañar a su hija para hacerla sufrir a usted?

- Sería de una maldad absoluta, pero creo que sí...

- ¿Ha observado la risa y la mirada de su hija?

- Claro, es brillante, transaparente, cristalina, como esos cristales de las lámparas antiguas cuando chocaban entre sí.

- Eso, si usted no la cuida, se puede acabar de un día para otro, para toda la vida, como le sucedió a ustedi ¿no es su responsabilidad cuidarla? Si algo le sucediera, usted sería la única culpable, no puede decir que no fue advertida, como lo fue en tantas otras cosas y se equivocó igual.

-...

- Ella, escúchelo bien, ahora que está mejor, es el único lado vulnerable que tiene, pero si le pasara algo, no sólo se arruinaría su vida, sino la suya otra vez, no lo resistiría ¿entiende?

- Sí.

- ¿Lo va a pensar?

- Sí.


Entonces el hombe me preguntó qué diablos llevaba debajo del camisón mientras metía su mano entre las piernas. Creo que lo único que deseé en ese momento fue no tener cuerpo, desaparecer, quitar la carne de por medio, ser el pañal que quedaba desprendido y correr, correr tan lejos, donde mi padre, estirando su brazo desde lo alto, porque allí me habían dicho que estaba, desde un avión probablemente, pudiera recogerme.

3 comentarios:

mentecato dijo...
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mentecato dijo...

Tuve que sortear innumerables espacios para llegar aquí. Lo hice a través de la, ahora, silenciosa Artífice.

Siempre me asombro de la cantidad infinita de magistrales narraciones como las tuyas.

Un abrazo y volveré muy pronto.

Fernanda dijo...

mentecato, me alegro, aunque nuestra amiga artífice se quedó muda y ciega...